lunes, 7 de septiembre de 2009

Mi presentación


Soy enfermera hace 19 años, trabajo en un hospital del Ministerio de Salud en Chimbote y pienso que la profesión que elegí , así como así, en un principio; me ha dado muchas satisfacciones, y muchas veces me ha hecho sentir la fragilidad de nuestras vidas, la fuerza espiritual que nos acompaña y al presencia de Dios en todo momento.

Es una profesión que exige mucho de nosotros: física, espirital, mental y moralmente. Es un reto de cada día, luchar contra la muerte y arrancarle de sus brazos, muchas veces, a nuestros pacientes. Así como nuestra profesión es una de las más completa y una de las más sacrificadas, trabajamos en un entorno muy adverso donde muchas veces recurrimos a nuestra fuerza interior, a nuestro espíritu de superación para poder vencer la rutina, la apatía, la monotonía, la burocracia, la inequidad, la injusticia y muchas veces la incapacidad de gerenciar y administrar nuestra jefaturas.

Pero todo no es negativo, ni adverso; son nuestros pacientes y su familia, su agradecimiento y su admiración incondicional lo que nos empujan a seguir adelante a creer que en el futuro las cosas van a mejorar; aunque parezca un cliché, son ellos los que nos alientan y fortalecen espiritual y moralmente pese a que muchas veces nos quejamos de nuestros miserables sueldos y tenemos que recurri a buscar otros trabajos para compensarlo. No solo es lo económico, sino que también queremos que nos traten y respeten como seres humanos que somos, que respeten nuestra condición de género, la libre elección, y que sobretodo no abusen y maltraten a nuestras colegas pagándoles tan poco como por trabajar más de 150 horas sobretodo en prestaciones privadas.

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